Speeches Shim
Después de dos años de trabajar administrando una pequeña tienda, el dueño de la tienda le recomendó plantar coca. Al comienzo no le parecía una mala manera de ganarse la vida: casi todos en el pueblo se dedicaban a eso y luego con su primera cosecha obtuvo buen dinero. En realidad, en ese entonces muchos pueblos de Tocache se dedicaban a plantar coca porque se ganaba bastante dinero de manera fácil.
Pero en los 90 la vida se puso difícil. “Vivíamos en tensión por la disputa que había entre narcotraficantes, terroristas y militares”. Rolando decidió dejar de plantar coca y trabajar de manera legal.
Plantó papaya y hojas de tabaco, pero no le fue bien. Preocupado, buscó ayuda y fue a un taller para sembrar cacao y empezó a cultivar solo dos hectáreas. Su familia y amigos le decían que no plantara cacao porque había que esperar tres años para tener la primera cosecha. ¿Qué vamos a comer durante tres años?, le decían. Pero él permaneció optimista, trabajó para otros agricultores y cuidaba sus dos hectáreas de cacao.
“Fueron años difíciles”, recuerda Rolando. Por fortuna, gracias a USAID, Rolando aprendió técnicas para mejorar su cultivo de cacao, conocimientos que luego compartió con otros agricultores para ayudarlos a mejorar sus cultivos. Pero los narcotraficantes no estaban contentos con él. Lo presionaron, instigaron e intimidaron; querían que dejara de cultivar cacao. Pero él se mantuvo firme.
En su intento por salir adelante, Rolando viajó a la ciudad de Tingo María para buscar ayuda de la Cooperativa Naranjillo, una agrupación de productores de cacao de esa región, también apoyada por USAID. Aquí podría conseguir mejores precios y compradores de cacao.
Pero Rolando no olvidó a sus compañeros agricultores: logró convencer a 500 productores de cacao de su pueblo para asociarse a la cooperativa y él se convirtió en el primer delegado de Tocache. En 2010 Rolando fue elegido presidente de la cooperativa.
Al año siguiente le proponen ser presidente de la Asociación Peruana de Productores de Cacao (APPCACAO). Con muchas dudas rondando su cabeza, inseguro sobre su capacidad para manejar esta grande asociación –más de 30,000 agricultores— solo atina pedirle opinión a Loren Stoddard, el entonces jefe de Desarrollo Alternativo de USAID. “Acepta, nosotros te apoyamos. Me dijo Loren, así que confié y efectivamente USAID nos ayudó”, recuerda Rolando.
Stoddard cumplió su palabra. USAID permaneció al lado de Herrera, ayudándolo a él y a otros productores de cacao.
USAID ayudó a APPCACAO a expandir la producción peruana en el extranjero; contribuyó a difundir la reputación del cacao peruano dentro y fuera del país, al punto de llegar a ser reconocido como producto bandera del Perú; y ayudó a que se creara el Salón del Cacao y Chocolate, una celebración nacional anual que incluye eventos culturales, demostraciones y degustaciones.
Cuando Rolando terminó sus periodos en la cooperativa y en la asociación, decidió hacer la transición de agricultor a productor de chocolate. Le tomó dos años obtener certificados internacionales, diseñar un plan de negocio, tocar puertas y crear una marca, pero lo consiguió. Ahora produce un chocolate de alta calidad.
“Nuestra primera producción fue de 30,000 barritas de chocolate —señala Rolando—, pero no hubiera podido lograrlo sin la ayuda de muchos amigos y de USAID. Gracias a USAID pude salir adelante. Estuvieron cuando los necesitamos y les estoy muy agradecido”.
El programa de Desarrollo Alternativo de USAID apoya a los agricultores peruanos dándoles la oportunidad de participar en actividades legales y sostenibles. En 2015, el programa trabajó con más de 31,700 familias y ayudó a los peruanos a vender $34 millones de cultivos legales de cacao. Parte de los esfuerzos de USAID están dedicados a asegurar que las comunidades de la Amazonía peruana permanezcan libres de coca, reforzando las empresas emergentes de chocolate y café, y construyendo un futuro más seguro y próspero.
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